Friday, June 16, 2006

La muralla y los libros


­Leí, días pasados, que el hombre que ordenó la edificación de la casi infinita muralla china fue aquel primer emperador, Shih Huang Ti, que asimismo dispuso que se quemaran todos los libros anteriores a él. Que las dos vastas operaciones –las quinientas a seiscientas leguas de piedra opuestas a los bárbaros, la rigurosa abolición de la historia, es decir del pasado– procedieran de una persona y fueran de algún modo sus atributos, inexplicablemente me satisfizo y, a la vez, me inquietó. Indagar las razones de esa emoción es el fin de esta nota. Históricamente, no hay misterio en las dos medidas. Contemporáneo de las guerras de Aníbal, Shih Huang Ti, rey de Tsin, redujo a su poder los Seis Reinos y borró el sistema feudal: erigió la muralla, porque las murallas eran defensas; quemó los libros, porque la oposición los invocaba para alabar a los antiguos emperadores. Quemar libros y erigir fortificaciones es tarea común de los príncipes; lo único singular en Shih Huang Ti fue la escala en que obró. Así lo dejan entender algunos sinólogos, pero yo siento que los hechos que he referido son algo más que una exageración o una hipérbole de disposiciones triviales. Cercar un huerto o un jardín es común; no, cercar un imperio. Tampoco es baladí pretender que la más tradicional de las razas renuncie a la memoria de su pasado, mítico o verdadero. Tres mil años de cronología tenían los chinos (y en esos años, el Emperador Amarillo y Chuang Tzu y Confucio y Lao Tzu), cuando Shih Huang Ti ordenó que la historia comenzara con él. Shih Huang Ti había desterrado a su madre por libertina; en su dura justicia, los ortodoxos no vieron otra cosa que una impiedad; Shih Huang Ti, tal vez, quiso borrar los libros canónigos porque éstos lo acusaban; Shih Huang Ti, tal vez, quiso abolir todo el pasado para abolir un solo recuerdo; la infamia de su madre. (No de otra suerte un rey, en Judea, hizo matar a todos los niños para matar a uno.) Esta conjetura es atendible, pero nada nos dice de la muralla, de la segunda cara del mito. Shih Huang Ti, según los historiadores, prohibió que se mencionara la muerte y buscó el elixir de la inmortalidad y se recluyó en un palacio figurativo, que constaba de tantas habitaciones como hay días en el año; estos datos sugieren que la muralla en el espacio y el incendio en el tiempo fueron barreras mágicas destinadas a detener la muerte.
* * * Todas las cosas quieren persistir en su ser, ha escrito Baruch Spinoza; quizá el Emperador y sus magos creyeron que la inmortalidad es intrínseca y que la corrupción no puede entrar en un orbe cerrado. Quizá el Emperador quiso recrear el principio del tiempo y se llamó Primero, para ser realmente primero, y se llamó Huang Ti, para ser de algún modo Huang Ti, el legendario emperador que inventó la escritura y la brújula. Este, según el Libro de los ritos, dio su nombre verdadero a las cosas; parejamente Shih Huang Ti se jactó, en inscripciones que perduran, de que todas las cosas, bajo su imperio, tuvieran el nombre que les conviene. Soñó fundar una dinastía inmortal; ordenó que sus herederos se llamaran Segundo Emperador, Tercer Emperador, Cuarto Emperador, y así hasta lo infinito... He hablado de un propósito mágico; también cabría suponer que erigir la muralla y quemar los libros no fueron actos simultáneos. Esto (según el orden que eligiéramos) nos daría la imagen de un rey que empezó por destruir y luego se resignó a conservar, o la de un rey desengañado que destruyó lo que antes defendía. Ambas conjeturas son dramáticas, pero carecen, que yo sepa, de base histórica. Herbert Allen Giles cuenta que quienes ocultaron libros fueron marcados con un hierro candente y condenados a construir, hasta el día de su muerte, la desaforada muralla. Esta noticia favorece o tolera otra interpretación. Acaso la muralla fue una metáfora, acaso Shih Huang Ti condenó a quienes adoraban el pasado a una obra tan vasta como el pasado, tan torpe y tan inútil.
* * * Acaso la muralla fue un desafío y Shih Huang Ti pensó: “Los hombres aman el pasado y contra ese amor nada puedo, ni pueden mis verdugos, pero alguna vez habrá un hombre que sienta como yo, y ése destruirá mi muralla, como yo he destruido los libros, y ése borrará mi memoria y será mi sombra y mi espejo y no lo sabrá”. Acaso Shih Huang Ti amuralló el imperio porque sabía que éste era deleznable y destruyó los libros por entender que eran libros sagrados, o sea libros que enseñan lo que enseña el universo entero o la conciencia de cada hombre. Acaso el incendio de las bibliotecas y la edificación de la muralla son operaciones que de un modo secreto se anulan. La muralla tenaz que en este momento, y en todos, proyecta sobre tierras que no veré su sistema de sombras es la sombra de un César que ordenó que la más reverente de las naciones quemara su pasado; es verosímil que la idea nos toque de por sí, fuera de las conjeturas que permite. (Su virtud puede estar en la oposición de construir y destruir, en enorme escala.) Generalizando el caso anterior, podríamos inferir que todas las formas tienen su virtud en sí mismas y no en un “contenido” conjetural. Eso concordaría con la tesis de Benedetto Croce; ya Pater, en 1877, afirmó que todas las artes aspiran a la condición de la música, que no es otra cosa que forma. La música, los estados de la felicidad, la mitología, las caras trabajadas por el tiempo, ciertos crepúsculos y ciertos lugares, quieren decirnos algo, o algo dijeron que no hubiéramos debido perder, o están por decir algo; esta inminencia de una revelación, que no se produce, es, quizá, el hecho estético.

J. L. Borges

Tuesday, June 06, 2006

La revolución inconclusa


[fragmento de "la revolución incompleta", prólogo de rip it up & start again: postpunk 1978-84] Para el verano de 1977 el punk se había convertido en una parodia de sí mismo. Muchos de los miembros originales del movimiento sentían que la apertura y la riqueza de posibilidades habían degenerado en una fórmula comercial. O peor: había terminado convirtiéndose en una inyección rejuvenecedora en el brazo de la industria musical establecida que los punks habían tenido la esperanza de derrocar. ¿Dónde ir ahora? Fue en este punto que se comenzó a fracturar la frágil unidad punk entre chicos de clase obrera y bohemios de clase media. Por un lado quedaron los populistas “verdaderos punks” (que después desarrollarían el movimiento Oi!) quienes creían que la música debía mantenerse accesible y sin pretensiones: la voz enojada de las calles. Por otro lado, estaba la vanguardia que después fue conocida como “post-punk”, quienes vivieron 1977 no como un retorno al rock´n´roll crudo sino la oportunidad de quebrar con la tradición, definiendo el punk como un imperativo al cambio constante. El Oi! y su aproximada contraparte norteamericana, el ´hardcore´, merecen sus propios libros (incluso ya tienen algunos: Cranked Up really high de Stewart Home y varias historias orales del hardcore). Este libro, sin embargo, es una celebración del postpunk: bandas como PiL, Joy Division, Talking Heads, Throbbing Gristle, Contortions y Scritti Polliti, que se dedicaron a realizar la revolución incompleta del punk y exploraron nuevas posibilidades sonoras a través de su apertura a la electrónica, el ruido, las técnicas dub del reggae, la producción disco, el jazz y la música contemporánea. Algunos puristas acusaron a estos experimentalistas de meramente intentar restaurar aquello que el punk había originalmente intentado destruir: el elitismo del art-rock. Y es cierto que una alta proporción de los músicos postpunk venían de las escuelas de arte. La escena No Wave en New York, por ejemplo, estaba prácticamente compuesta por entero por pintores, realizadores de cine, poetas y artistas de performance. Gang of Four, Cabaret Voltaire, Devo, Wire, The Raincoats, DAF... esta es sólo una fracción de las bandas iniciadas por graduados de las carreras de arte o diseño. Especialmente en Inglaterra, las escuelas de arte han funcionado desde hace tiempo como una especie de bohemia subsidiada estatalmente, donde la juventud de origen obrero demasiado rebelde para trabajar se mezclaba con chicos de clase media demasiado excéntricos para seguir una carrera profesional. Después de graduarse, muchos se involucraron en la música como una forma de mantener el ´estilo de vida experimental´ que disfrutaron durante su época de estudiantes y, al mismo tiempo, quizá, sólo quizá, encontrar algo de qué vivir. Por supuesto, no todos los involucrados en el postpunk fueron a escuelas de arte o a la universidad. Muchas de las figuras clave del postpunk inglés vienen de esa zona gris socialmente indeterminada donde la franja superior de la clase obrera se mezcla con la clase media baja. Autodidactas de forma omnívora y dispersa, figuras como John Lydon o Mark E. Smith de The Fall se ajustan al síndrome del intelectual anti-intelectual: vorazmente bien leídos pero desdeñosos con la academia y sospechosos del “arte” en cualquiera de sus formas institucionalizadas. Pero, en realidad, ¿qué puede ser más arty que desear abolir el arte destruyendo las fronteras que lo mantiene separado de la vida cotidiana? Esos siete años postpunk, desde el principio del 78 al final del 84, fueron testigos de un saqueo sistemático del arte y la literatura modernista. El período entero parece un intento de reproducir prácticamente cada tema y técnica modernista importante usando a la música pop como medio. Cabaret Voltaire tomó prestado su nombre del Dada; Pere Ubu tomó el suyo de Alfred Jarry. Talking Heads convirtió un poema sonoro de Hugo Ball en un tema bailable de tribal-disco. Gang of Four, inspirado por los efectos de alienación de Godard y Bretch, intentó deconstruir el rock incluso cuando rockeaban duro. Los letristas absorbieron la ciencia ficción radical de Burroughs, Ballard y Philip Dick y las técnicas de collage y cut-up fueron trasladadas a la música. Marcel Duchamp, por intermedio de Fluxus, era el santo patrón de la No Wave. El arte de tapa de los discos de ese período estaba en sincronía con las aspiraciones neomodernistas de las letras y la música, con diseñadores gráficos como Malcolm Garret y Peter Saville, sellos como Factory y Fast Product, que tomaban ideas del Constructivismo, Die Stijl, la Bauhaus, John Heartfield y Die Neue Typographie. Este frenético saqueo de los archivos del modernismo llegó a su punto culminante con el sello renegado ZTT -abreviatura de Zang Tuum Tumb, un fragmento de una poesía futurista italiana- y su grupo conceptual Art of Noise, nombrado en homenaje al manifiesto por una música futurista escrito por Luigi Russolo. Si tomamos a la palabra “modernista” en un sentido más amplio, los grupos postpunk estaban firmemente comprometidos con la idea de hacer música moderna. Estaban completamente convencidos de que todavía había lugares para explorar en el rock, todo un nuevo futuro por inventar. Para la vanguardia postpunk, el punk había fracasado porque había intentado destronar a la Vieja Ola del rock usando música convencional (rock´n´roll de los ´50, garage punk, mod) que precedían a las megabandas dinosaurio como Led Zeppelin y Pink Floyd. Los postpunks se decidieron a avanzar, sostenidos en la creencia de que “los contenidos radicales requieren de formas radicales”.

si queres la versión completa escribi un mail a audiodelica@hotmail.com

Una Flor Cristalizada


Spinetta tiene disco nuevo. Eso podria ser suficiente para alegrarse. Pero el maldito contexto nos cae encima como una trampa, es el año 2006, sus ultimos 3 o 4 discos no estuvieron buenos, Spinetta viene en una onda complicada que tiene gusto a aburrida y no profunda como antes. Leo las criticas de otros y dicen cosas como: nadie puede ser genial durante 40 años, el lo fue durante 20. Todos hacen referencia a que la primer canción a su vez hace referencia a un tema de Almendra, etc. Que el disco parece más "tocado" que los anteriores. Que la gazetilla de prensa la hizo Alejandro Rozitchner (si, el filosofo que trabaja con Grondona... ). Que hay perlas (como en todos digo yo), y los criticos serios siguen mirando de reojo porque una mala critica a Spinetta no esta bien visto. Estoy seguro de que no les gusto el disco, pero... Pienso en todo eso y en seguida tengo ganas de sacarme esa trampa del contexto. Voy a escuchar y hablar del disco sabiendo que es del Flaco, que es de un tipo que juega a otra cosa que el resto. El tiempo suele ser el mejor de los criticos y antologos pero en este caso prefiero que las canciones digan lo suyo.
Cual alquimico voy a tratar de separar cada elemento de este Pan, y asi poder despues mezclarlo y ver que nos deja. Abre con Sin fin, propone la idea de que la canción (y todo lo que ella nos sinifica) es eterna, pero que mejora con el tiempo. La melodia es llevadera, esta bien para empezar, aunque no es nada que no conozcamos. Tema nuemero dos, es el turno de Bolsodios. Es una canción que Spinetta puede hacer como si nada, no esta mal. Pero Spinetta tiene parvas de este tipo, la idea de que todo lo que se pierde lo tiene Dios es un lbuenlugar que el flaco sabe como visitar. Voy a agrupar en una sola cancion las tres siguientes (Cancion de Noche, Proserpina, No habra destino incierto) en total seran unos doce minutos con clishes del ultimo Spinetta, que se pierden entre otras, si uno las sigue con especial atencion las puede valorar, el lirismo es de alto vuelo, pero le falta color, y eso no se explica se toca. Como toca en las que vienen despues. Cabecita calesita, empiezan a tomar importancia los teclados, van un poco más adelante, canción de aire espeso, de cortes en la bateria, y de una letra que añora. Spinetta canta como nunca. Termina y empieza Dale luz al instante, la canción de disco. Un ritmo diferente, despierta a quien haya hecho algun bostezo, le pone color, le pone frescura, le pone un sonido jade pero ya entrado el tema. Spinetta valoriza el instante comopuente a algo superior, y esta entusiasmado y no se arrepiente, genial. Tema ocho, La Flor de santo Tomé, una percusión con pretensiones folcloricas, una melodia que solo a él le cae bien, tal vez le sobren segundo en el final. Pero el viaje es asi. Otra vez nos despierta con Atado a tu frontera, sonido diferente, algo que Spinetta no hace, algo que vale por si mismo por su propuesta de ritmo, por no saber si eso que esta bien adelante es una guitarra con pedales y distorcion o un teclado sintetizado. El disco se va desues de esa cancion, quedan tres canciones que bien se las puede agrupar, bajo el lema de: que se puede decir?, son prolijas, son largas, son sin nada distinto, se cercan más a las de Los Ojos. El disco se va con un sabor agridulce.
Es una sintesis alentadora de los ultimo años? Sí. Tiene mucho de los niños que escriben en el cielo? Ojala, pero no tanto. Teclados muy precisos, arreglos artesanales, lo mejor es que uno se puede imaginar a la banda tocando los temas. Que este disco sea el intento de hacer algo que puede hacernos trascender (como lo es toda laobra de spinetta) ya lo convierte en una flor encantada, aunque tal vez su resultado termine por cristalizar el intento. Spinetta tiene disco nuevo, y en tiempos de argentinidades y callejeadas, es preciado.