Este fin de semana largo volví, de modo repentino y breve, a Borges y a Cortázar. Abandonados hace más tiempo del que creía, fui por el Informe de Brodie y Octaedro, dos de los libros que me quedaron pendientes cuando me saturé de leer a Borges y Cortázar. Al Informe de Brodie entré sin problemas, con un horizonte claro de lectura, mirando algunas capas de la escritura de Borges que no recordaba o que no había leído antes, igual los cuentos, salvo El evangelio según Marcos y La intrusa, no me cegaron de lucidez, sino, más bien, variaciones de algunos lugares un poco comunes pero no por ello menos intersantes de Borges. En el caso de Octaedro leí la primera página y no pude seguir, cómo si estuviera leyendo por vez número mil una página que ya no me seducía. Entonces, pasé a "Ahí pero dónde, cómo", un cuento de la mitad del libro que siempre me había interesado y después de leer tres páginas salí del libro y lo dejé. Cómo volver, con que expectativas, con que horizonte de lectua, ese es el tema. ¿es necesario volver en todos los casos? ¿Hay que volver en forma de relectura o a algo no leído de un autor ya leído? La experiencia de la vuelta, del retorno, tiene siempre algo de inestabilidad, de desconcierto entre el recuerdo y lo percibido en ese momento, esa diferencia, ese default es lo que hace interesante la experiencia de volver.
También estoy en otros blogs, como en el 2006
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8 years ago
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