Monday, October 06, 2008

Marcelo Cohen

¿Y a qué te referís con ese "clasicismo de la emergencia" que mencionás en tu artículo del último número de la revista Otra parte?

Era una descripción un poco arriesgada de ciertas novelas de ahora, por ejemplo las última de Bizzio, Rabia, y las de Guebel… En el sentido de que no veo en ellos una estética rupturista o vanguardista, sino una puesta a punto de ciertas ideas de la escritura de un pasado clásico con materias primas de hoy en día, novelas urgentes, presentes, rápidas, sucias de todo tipo de materiales del momento y al mismo tiempo clara, equilibradamente escritas y compuestas.





¿La literatura sería, entonces, una especie de narcótico?

No: sería una evasión. Un estimulante. Un pasaje hacia aquello que es más grande que nosotros, para poder abrirnos al mundo, que también es nosotros. Esto lo ofrece esa literatura que se ríe un poco de sí misma y de las gravedades de la cultura. Pero no sólo ese tipo de literatura. También puede ser la que es capaz de erigir una época, un mundo y vidas enteras sobre el recuerdo de un sabor, como en Proust. La literatura que busca, que habla de otra cosa que el tema adecuado. Que cambia de tema. Ahora bien: lo que no veo es cómo encontrar un pasaje entre este universo del arte y la política, que es una práctica en la que predomina la afirmación de la persona, el choque de sustancias individuales y no de ideas. Todo lo que se sustancializa se vuelve pernicioso.

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