Wednesday, October 01, 2008

Trabajo

A. Pauls

Trato de escribir todos los días. Si las cosas de escribir no salen, trato de orbitar alrededor de lo que escribo la misma cantidad de tiempo que dedicaría a escribir. Orbitar quiere decir quedarme cerca de lo que (no) escribo: leer, releer, tomar notas, estar en babia, cambiarle la tipografía y el cuerpo y los márgenes a lo que ya tengo escrito, no atender el teléfono para convencerme de lo ocupado que estoy, etc. Escribo muy despacio, muy mentalmente, pero generalmente lo que escribo es lo que queda. Corregir para mí nunca es "pulir": es hachar, eliminar, cambiar de lugar. Corrijo siempre sobre grandes unidades de texto, nunca sobre pequeñas. Antes me desalentaba el tiempo que me llevaba cada frase. Últimamente me consuelo diciéndome que el tiempo que invierto en pensar quizás sea el mismo que los demás escritores invierten en corregir. Hay algunos amigos, dos, tres a lo sumo, que aceptan leer lo que escribo antes de que se publique. Leo mientras escribo a otros autores, por supuesto, incluso buenos autores que me exaltan o descorazonan, pero nunca nada "sobre" lo que estoy escribiendo. Todo eso, si lo leo, ya lo leí antes, cuando escribir era un sueño útil, y ya lo olvidé.


M. Kohan

El tiempo que me ha llevado escribir algunos textos (Museo de la revolución: cuarenta días; Ciencias morales: cuarenta y cinco días) me lleva a pensar que le dedico mucho tiempo a la escritura: infiero que durante esos días casi no debo haber hecho otra cosa. Lo cual en definitiva no sería sino una expresión de un estado de ánimo; casi todas las demás cosas me importan menos, y a veces mucho menos, y a veces nada, mientras estoy escribiendo. Son períodos en los que relego bastante, postergo bastante, me desentiendo bastante de todo. Es un poco mi relación con la literatura en general, yo creo que desde siempre: lo que me gusta de la literatura es que sostiene mi desinterés por el resto de las cosas.


Extraido de El Interpretador

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