Hace muy poco se editó la segunda novela de Mariano Dupont, Ruidos, que tiene una estructura y un aliento absolutamente distinto de su primera novela, Aún, aunque en ambos textos se reconoce cierta personalidad de estilo por ejemplo en las intervenciones verbales de los personajes. Su primer novela donde trabaja de manera sutil con el paisaje de los setenta en Argentina tiene rasgos de descripción saeriana. En Ruidos pareciera ser que lo único que hay es el diálogo, mejor dicho monólogo, del personaje atormentado por los ruidos de un mundo, o un exterior, que es ajeno, por lo pronto porque está encerrado.
Juan José Becerra editó hace poco tiempo un ensayo sobre la vaca, que lleva por titulo la denominación del animal protagonista. Un par de años antes había editado Miles de años, novela donde todo se inicia con un desequilibrio en la relación del protagonista con su pareja, ella lo deja, se va de viaje. Idéntica situación, o al menos planteo, que en la novela Santo, editaba por Beatriz Viterbo durante los 90, donde la novela no es más que un intento por pensar y agotar la escena de infidelidad que presencia. En ambos textos parece no suceder nada, y probablemente en Santo no suceda nada, no haya más peripecia que la de la mente y el lenguaje.
Ambos escritores trabajan en la revista Los Inrockuptibles, y se puede rastrear en estos pocos textos sintetizados una preocupación y un trabajo, que no parece tanto como original o nuevo en el terreno de la literatura argentina contemporánea, como una bocanada de aire oxigenado, textos que lejos de rechazar la calidad trabajan sobre ella, novelas sólidas que no negocian la pericia de lectura que requieren.
También estoy en otros blogs, como en el 2006
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8 years ago
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